martes, 6 de enero de 2009

El Arte y los mundos personales

Hace años, en 1997, leí una frase en una revista que me impactó y que hice mía al instante. La escribí en un folio con letras de molde grandes y la tenía siempre a la vista. Hoy rebuscando entre los papeles la he encontrado y la quiero compartir aquí con vosotros, porque me parece esencial.

En ese momento que llegó la frase hasta mí, yo estaba pintando como una posesa y había tomado la determinación de dedicarme al arte por encima de cualquier otra cosa. Ya quería dejar atrás mi tendencia a la dispersión, nos pasa a los que somos curiosos por naturaleza, y centrarme en lo que me gustaba, La Pintura. Fueron tres años febríles, donde hacía el horario de un oficinista y más. Me levantaba y a pintar y me acostaba pintando. Sabía que tenía mucho camino por recorrer y lo quería recorrer en el menor tiempo posible, ya no era una jovencita y me urgía aprender rápido. Me decía a mi misma "Si pinto más horas al día, en tres años pintaré lo que hubiera pintado en diez".

Esos eran los planteamientos que me hacía. Y además para aprender tenía que experimentar y a eso dediqué esos tres años intensivos, a experimentar, investigar, pintar y despintar, manchar, estropear..., o sea al puro experimento. Probé técnicas diversas, algunas imposibles de compaginar sin hacer peligrar la durabilidad de la obra. Las leyes básicas de la pintura casi no existían para mí. Una de las anécdotas que recuerdo de ese tiempo, es que un día pinté un lienzo y le dí cera caliente encima con una espátula y luego lo enrolle y me fuí orgullosa de mi obra, a ver a un galerísta. Cuando llegué a la galería desplegué el lienzo ante el galerísta y empezaron a caerse los trozos de cera al suelo.

¡Que bochorno! Salí de la galería un poco conmocionada de la situación vivída, pero cuando llegué a casa me reí a carcajadas, recordando la escena.

Durante esos años y posteriores una cosa siempre tenía en mente, crear mi mundo personal. Por raro que fuera. Mucha gente me decía que le parecía raro lo que pintaba o que le inquietaba lo que veía en mis pinturas. Pero esa era mi simbología, mis imágenes. La estética que me había de servir para contar lo que quería contar.

La frase vino a reforzar lo que yo pensaba que tenía que hacer en esos momentos de dudas de todo comienzo. He aquí la frase:

"He repetido en diversas ocasiones que solamente los mundos personales e unívocos creados por los propios artístas son los únicos capaces de salir adelante, ajenos a las corrientes de moda que cada día más, nos invaden". Joan Gil (Crítico de arte)

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